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The promised land (in Spanish)

23/11/2015
The article that follows is written in Spanish: Parece que en los últimos días y a la vista de las declaraciones del, ya cesante, conseller Homs, así como de otros miembros del Govern con mayor grado de cordura, estamos empezando a ver un cambio en las posiciones de Junts pel Sí ante las estrafalarias demandas de la CUP para llegar a un acuerdo de investidura. Durante todo este tiempo, los focos han estado muy centrados en la posibilidad de que Mas fuera finalmente acep... The article that follows is written in Spanish: Parece que en los últimos días y a la vista de las declaraciones del, ya cesante, conseller Homs, así como de otros miembros del Govern con mayor grado de cordura, estamos empezando a ver un cambio en las posiciones de Junts pel Sí ante las estrafalarias demandas de la CUP para llegar a un acuerdo de investidura. Durante todo este tiempo, los focos han estado muy centrados en la posibilidad de que Mas fuera finalmente aceptado por la CUP como un candidato válido para desempeñar el cargo de Moisés en la búsqueda de la tierra prometida a la que, se supone, llegaremos dentro de 18 meses. Sin embargo, ha habido poco debate sobre los efectos colaterales que puede provocar una negociación en la que, al parecer, se ha estado dispuesto a aceptar cualquier petición antisistema con tal de conseguir el nombramiento como presidente de El Elegido. Precisamente, éste es el verdadero riesgo de la situación, no solo por el estupor que, para la parroquia convergente -e incluso me arriesgo a creer para la de Esquerra Republicana- representa la asunción de posiciones anticapitalistas puras con tal de mendigar dos votos sino que todos parecen olvidar que uno de los mayores paradigmas del anticapitalismo es que, precisamente, para su supervivencia necesita del capitalismo y que la estrategia que siguen lo que va a conseguir es hundir la economía catalana. Prueba de ello es el programa de la CUP, donde el pueblo, por el mero hecho de haber nacido, tiene derecho a todo y gratis, debidamente pagado por aquellos a los que ellos consideran los ricos, todo en medio de una insumisión a las leyes que ellos consideran injustas. Obviamente, aquellas que ellos consideren justas, que nadie se atreva a saltárselas. Pues bien, en este escenario no podemos olvidar que, hasta la fecha, y de manera sorprendente para la mayoría de potenciales inversores extranjeros, Catalunya y Barcelona en particular siguen siendo un lugar atractivo para establecer sus inversiones, por más que algunos voceros de Madrid se empeñen en negarlo. Pero esto puede empezar a cambiar y, por primera vez desde que empezó todo este proceso, se empiezan a escuchar voces de alarma por parte de la comunidad económica, voces que tienen que ver con la seguridad jurídica y con el marco fiscal. Respecto a la primera, lamentablemente, y después de los gobiernos de Zapatero y Rajoy, la reputación de España ya estaba bastante tocada con temas como las renovables y los constantes vaivenes en muchas normas utilizando la nefasta técnica de añadir disposiciones transitorias a leyes que nada tienen que ver con la disposición aprobada, mediante una técnica abusiva del rodillo parlamentario. Cuando a esto se le suma directamente la lista de medidas “anticapitalistas” de la CUP, es de comprender la preocupación de cualquier inversor ante la certeza legislativa en la que se habrá de mover. Y respecto al marco fiscal, y como un clásico de las izquierdas progresistas, la solución a todos los males pasa por que los denominados ricos paguen la fiesta mediante tipos cuasi confiscatorios en su IRPF. El problema es que tales afortunados, no son las grandes fortunas, ya que éstas siempre dispondrán de mecanismos para mover ágilmente su patrimonio a la jurisdicción más favorable. Son los altos directivos que cobran salarios altos, sujetos a la tributación de las rentas del trabajo. Siempre me ha llamado la atención la obsesión de los denominados progresistas por cargar de impuestos a esta élite dirigente, ya que apenas representan un 1% de la masa trabajadora del país y, por tanto, lo que se pueda recaudar de los mismos es de escaso valor económico. En cambio, tales dirigentes tienen en su poder la capacidad de decidir la ubicación de inversiones que, entre directos e indirectos, pueden generar miles de puestos de trabajo con su riqueza colateral inherente para el bienestar de la sociedad. Una baja tributación de tales rentas, unido a los atractivos de Barcelona y su entorno, son elementos decisivos para determinar el que una inversión se haga en nuestra casa o en la aburrida y lluviosa Irlanda. Esto es algo que nuestros gobernantes parecen olvidar, así que, por favor, señores negociadores de Junts pel Sí, cuando se pongan a negociar enloquecidos con los antisistema, no olviden que tienen en sus manos el futuro de nuestro tejido económico y que Moisés, después de cruzar el Mar Rojo, estuvo cuarenta años vagando por el desierto y un precio como éste no es asumible. En sus manos está que tengamos un destino algo mejor aunque para ello la tierra prometida tenga que esperar un poco más. A veces una segunda vuelta, en forma de elecciones anticipadas, no es una mala solución.

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