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Renegocia el teu deute amb el banc

27/2/2017
El següent article està escrit en castellà: Una empresa que quiere asegurar su viabilidad económica en el tiempo debe adecuar su volumen de negocio a su nivel de deuda, y cuando detecta un desequilibrio tiene que sentarse a buscar soluciones”. Así de sencillo, así de complicado, para evitar situaciones comprometidas, incluida el concurso de acreedores, hay que vigilar la evolución de la deuda y otros compromisos con la Administración y proveedores... El següent article està escrit en castellà: Una empresa que quiere asegurar su viabilidad económica en el tiempo debe adecuar su volumen de negocio a su nivel de deuda, y cuando detecta un desequilibrio tiene que sentarse a buscar soluciones”. Así de sencillo, así de complicado, para evitar situaciones comprometidas, incluida el concurso de acreedores, hay que vigilar la evolución de la deuda y otros compromisos con la Administración y proveedores, para lo que el segundo consejo de Pedro Martín, socio fundador de la firma Legal y Económico, es que el responsable financiero esté vinculado al día a día empresarial. La presión financiera sobre buena parte de las empresas españolas vivió con la crisis un crecimiento dramático. El año 2013 marcó el culmen con 9.143 concursos de sociedades y 794 de personas físicas, según datos de Axesor, pero, a partir de esta fecha, el número de concursadas disminuye a razón de 20% anual, tendencia que continuó en 2016. REESTRUCTURA TU DEUDA CADA TRES AÑOS La crisis evidenció que las obligaciones fnancieras pueden ser un lastre para las sociedades que no se preparan frente al cambio de ciclo económico. Enseñanza que hay que mantener vigente con la actual coyuntura cuando los costes fnancieros medios de la empresa en el primer semestre de 2016 se redujeron en el 10,3% según el Banco de España. En opinión de Gonzalo Boronat, director general de la firma valenciana GB Consultores, “cada tres años todas las empresas estarían obligadas a reestructurar su deuda”. Las razones son variadas, desde las políticas de tipos de interés que permiten renegociar condiciones más ventajosas a las fusiones bancarias que, por ejemplo, pueden propiciar que tras la integración recaiga un porcentaje de deuda más alto de lo recomendable. Los expertos insisten en la importancia de mantener un buen reparto de deuda financiera, lo que en porcentaje significa que ningún banco mantenga más del 25%. Boronat diferencia tres tipos de refnanciación. La forzosa, que sería el proceso que hay que abordar sin remedio cuando no se cubren los plazos de pago. En segundo lugar, la refnanciación necesaria, que pretende reajustar el calendario de pago a la contabilidad actual de la empresa. Por último, la preventiva, la más sana y aconsejable porque se realiza sin excesivas presiones externas buscando aclimatar los importes y plazos de la deuda a la contabilidad de la empresa de forma que estas obligaciones no entorpezcan el buen funcionamiento de su dinámica. Pero la realidad en la pyme es poco previsora. Es habitual que se espere hasta lo inevitable, lo que dificulta la negociación con los acreedores de deuda y, en muchos casos, va a obligar a tomar medidas traumáticas como la venta de efectivos o los reajustes de plantilla, cuando no procesos de liquidación. Una tardanza que cierra cualquier posibilidad de acuerdo con la banca, que tan sólo antes hubiera sido posible. “La negociación con la banca ha evolucionado mucho en los últimos años. Vamos hacia un escenario más anglosajón, ha aprendido que en muchas ocasiones es mejor perder algo que ir a un concurso”, defiende Agustín Bou, socio del despacho Jausas: “Hoy, lo primero que miran las entidades es la capacidad de repago de las empresas, pero muestran una voluntad de resolución”. Sí advierte sobre el tamaño de la empresa, “cuánto más pequeña sea más difícil lo va a tener”. Desde Legal y Económico, la valoración de Martín difiere: “En España sigue sin haber cultura de refnanciación. Para el banco, la pequeña empresa sigue siendo un número. Enseguida surge la necesidad del aval, algo que hay que valorar con cuidado porque acceder a esa petición supone la ruina de mucha gente”. Otra de las teclas a tocar en cualquier proceso de refinanciación de deuda es el papel de los proveedores. En opinión de Gonzalo Boronat, de GB Asesores, se trata de un proceso más sencillo que la negociación bancaria que debe centrarse en los proveedores con los que el intercambio económico es más activo y tienen una mayor dependencia con la empresa. CÓMO CONVENCER AL PROVEEDOR Por ejemplo, si la deuda contraída es de medio millón de euros a un proveedor cuya facturación anual es de cinco millones, está claro que querrá mantener la relación. Los negocios son así de crueles, y es más que posible que el empresario afectado se siente a negociar con el mejor de los talantes para encontrar una solución, aplazamiento de pagos e incluso quitas, si bien siempre hay que ofrecer contrapartidas. En el caso de que el negocio generado al proveedor sea más residual, será más complejo. Desde el despacho de Legal y Económico, Pedro B. Martín propone otra modalidad de acuerdo con la que la empresa deudora paga algo más por el producto o servicio del proveedor. De esta forma, con cada nuevo pedido se va amortizando parte de la deuda contraída: en lugar de pagar un euro por unidad, se abona 1,10 euros, 0,10 con cargo a la amortización. Otra solución imaginativa de Martín es “buscar soluciones concretas para proyectos temporales”. Por ejemplo, una empresa de hostelería que por problemas económicos no puede explotar durante el verano la terraza, puede cerrar alianzas con alguno de sus proveedores para ceder la explotación de ese negocio. Otra posibilidad es valorar una capitalización de deuda, que el proveedor al que se debe amortice la cantidad adeudada a cambio de la toma de participación de la empresa. Los expertos coinciden en señalar que son escenarios poco probables en el entorno pyme (”nadie quiere ser socio de una empresa no cotizada”, argumenta Agustín Bou desde Jausas), pero se puede estudiar cuando la empresa deudora tiene un fuerte componente tecnológico o el negocio es complementario. Más habitual es el préstamo participativo, por el que la empresa deudora cobrará en función de los beneficios futuros que se vayan generando. De nuevo se trata de una negociación compleja que, en la mayoría de los casos, pasa por ceder un puesto en el consejo de Administración, lo que le permitirá velar por sus intereses.

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